La oscuridad asecha



Han pasado varios días desde el ataque a Konoha, la aldea poco a poco se ha reconstruido, aunque el daño causado por aquellos seres extraños fue bastante grande. Por mi parte, no he logrado ver a mi familia.

Hace unos días, mis compañeros de academia y yo fuimos citados al salón principal de Konoha, al llegar a este, esperamos unos minutos, antes de que empezaran a entrar algunos jounin y entre ellos una mujer, de mirada fuerte. Seguramente había más problemas.

 - Sé que ustedes son solo unos niños, pero es hora de que se pongan los pantalones y nos ayuden en esta misión. Necesitamos rastrear el chakra del hokague y para eso necesitamos la ayuda de todos. Gruay, tú rastrearas el chakra de Naruto, mientras tus demás compañeros y yo te brindamos protección- Ahora entendía todo.

 - He mandado algunos jounin adelante, para despejar el camino. Sin embargo, ustedes deben estar atentos. Nos veremos a las siete en las puertas de Konoha- dicho eso, todos salimos del salón.

Exactamente a las siete de la noche, estábamos todos saliendo de la aldea, caminamos por varios minutos, pero nos detuvimos al ver que algunos jounin aparecían a nuestro alrededor. Había algo extraño en ellos, estaban inusualmente callados, pero por, sobre todo, lo que me dejo más impactada fue que sus brazos estaban mutilados y cubiertos por un tipo de brea negra, que se esparcía por lo que quedaba de sus extremidades.

 Kenji, uno de mis compañeros, se acercó a Yarha, quien ahora sabíamos era la hokague temporal de Konoha, y pronunció unas palabras, que me dejaron un poco inquieta.

-Gruay no es gruay- al parecer él también se había dado cuenta de ello. -Aunque veamos su cuerpo, quien lo esta controlando no es el verdadero Gruay, es el demonio que habita en él y si queremos recuperar a Gruay, debemos noquearlo- aquellas palabras realmente me habían sorprendido. Al parecer todos aquí tenemos grandes secretos.

-Entonces noquéalo, pero alguien debe cuidar su cuerpo-

 -Yo lo haré- respondió Kenji sin titubear.

Después de aquel intercambio de palabras entre Kenji y la Hokague todo se empezó a sumir en una oscuridad. Frente a nosotros apareció un hombre alto, delgado, de piel extremadamente pálida, vestido con ropas tan negras como sus ojos y cabello.

 - El viejo logro escapar, y lo que les dijo en ese mensaje es cierto. Él está cerca y yo también- su aura era demasiado pesada, esta es la persona que amenaza nuestra paz.

 Después de aquello, el extraño hombre extendió sus manos y no sé qué hizo exactamente, pero unas extrañas manchas empezaron a aparecer en mi piel y la de todos mis compañeros, la sensación era irritante, y medida que estas manchas se esparcían por mi cuerpo, un agudo dolor empezaba a recorrer mis huesos.

 Seigiro, creo una ráfaga de viento que lo único que hizo fue cortar levemente la mejilla de nuestro enemigo, logrando que un poco de líquido negro saliera de allí, pero este mismo regreso y su mejilla sanó. Mientras eso sucedía, yo utilice un jutsu de curación sobre nosotros, para mitigar el dolor que aquellas manchas nos provocaban. Sin embargo, el efecto de estas cosas solo desapareció en mí. El hombre de piel pálida extendió una de sus manos hacia mí, y aunque no sé lo que estaba intentando, no funcionó.

 Terumasa, otro de mis compañeros, intento sellar algo en este tipo, pero nuevamente, nada sucedió. Pasaron minutos y se empezaron a escuchar leves ruidos, como si alguien se acercara corriendo. No preste demasiada atención a aquello, lo que si hice fue invocar la ayuda del dios Tsukiyomi para hacer algo en contra de nuestro enemigo.

"Tsukiyumi, a ti dios y astro que siempre has acompañado a la tierra, dios dueño de claridad de la noche. Te pido que ayudes a tu descendiente, a quien le has jurado tu protección. Bríndame tu luz, para combatir la oscuridad de nuestro enemigo".


Inmediatamente, la oscuridad que nos envolvía empezó a ser sustituida por la refrescante luz de la luna, y cuando pensaba en atacar a nuestro enemigo, pude notar en él, algo que me dio la última base, para empezar a sospechar sobre la extraña desaparición del séptimo hokage.  



Hace un tiempo, encontré entre los pergaminos secretos de los Hyuga de esta aldea, uno donde se hablaba de personas demasiado poderosas, con habilidades muy especiales y capaces de crear un genjutsu tan fuerte, que no había necesidad de permanecer cerca del afectado, para que el genjutsu siguiera funcionando. Además, aquellas personas eran capaces de ocultar su presencia y la presencia de otros. 

Debido a ello, más el hecho de que no se había encontrado el cuerpo del séptimo Hokage, pero que habíamos visto su chakra en forma del Kyūbi, y que por unos segundos logré percibir el mismo chakra en el cuerpo del hombre pálido que nos enfrentaba, empecé a deducir que el cuerpo del Hokage se encontraba aún aquí en Konoha, pero que estaba en un genjutsu, que su presencia había sido ocultada y que de alguna forma, aquella persona a la que nos enfrentábamos, poseía su chakra.

 Intente atacar al hombre de largos cabellos, pero él creó un agujero que me succionó y en menos de un segundo, me encontraba en un lugar totalmente sumido en la oscuridad. Grité, para saber si había alguien mas allí, pero la única respuesta que recibí, fue la mi propia voz. Suspire y empecé a pensar en una forma de salir de aquel lugar, cuando una la ardiente sensación, de algo lastimando mi piel, me ataco repetitivamente. Unas esferas brillantes me estaban hiriendo gravemente y me desespere, ya que no lograba esquivarlas.


En este punto, mis fuerzas eran pocas, mi respiración estaba agitada y la sensación de mareo, me atacaba constantemente, aun así logre ver como entre tan brumosa oscuridad, se formaba una gran silueta gigante, que me lleno de una sensación de tranquilidad imposible de describir.

-Es un placer verte en persona, pequeña Mitsuki- susurro un extraña voz en mi mente.

Después de aquello, aparecí un bosque, que logre reconocer como el bosque de las afueras de Konoha.

 Me deje caer en el suelo, cerré mis ojos y por unos instantes, me permití sentir la luz de la luna sobre mi, en busca de la calma suficiente, para poder idear un plan n contra de aquel ser que perturbaba la tranquilidad de Konoha. Estaba claro que no podríamos simplemente matarlo, así que lo más sensato en el momento era sellarlo. Aunque, ya había visto como uno de mis compañeros, fallaba en eso. Tal vez nosotros no podamos sellarlo, pero definitivamente, un dios si podría hacerlo.

De inmediato me senté, cruzando mis piernas y levantando mi rostro al cielo aun si abrir los ojos. Era momento de poner en practica una de las tantas cosas que (……), mi maestra, me había enseñado. Suspire profundo y me concentre en sentir la energía de la naturaleza que me rodeaba, desde los grandes arboles, el viento que rozaba mi piel, hasta las diminutas hormigas. Al hacer esto mi cuerpo entro en un estado de adormecimiento, pero mi mente seguía activa.

 -Hola Mitsuki- escuche la voz, que hace unos minutos me había sacado de ese oscuro lugar.

-Tsukiyomi- pronuncie con voz firme.

-Así que lo recuerdas-de nuevo una gran silueta se empezó a formar en mi mente.

-¿Cómo recordar a quien me ha protegido desde hace tanto tiempo y que hace solo unos minutos atrás me saco de ese extraño lugar?- dije con poco de burla en mi voz.

-Tan astuta como siempre. ¿A qué se debe tu comunicación? Desde aquella vez en el río, no lo habías vuelto a intentar-


 -No había tenido la necesidad. Pero como ya sabrás, Konoha esta siendo atacad, mis amigos en este momento se están enfrentando a un enemigo poderoso, que no podemos simplemente matar, así que he venido a pedir tu ayuda, para sellarlo, es imposible que un dios como usted, no pueda hacerlo- esta vez mi voz tembló un poco, pues a parte de mis amigos, me preocupaba lo que pudiese sucederle a mi familia.

- Te equivocas hija, esta vez no puedo interferir. Pero no te preocupes, alguien que no es un dios, podrá hacer eso que tanto deseas- la clara figura, que hace unos segundos se había formado, desapareció y la conexión de cerro.

Abrí los ojos y suspire, por lo menos ahora sabia que algo podríamos hacer. Me levante del suelo y empecé a correr entre la espesura del bosque, hacia el lugar donde aun se libraba la batalla, que por lo que lograba escuchar, no estaba muy lejos.  

Al llegar, para mi sorpresa, el extraño hombre estaba siendo sellado por tres sujetos, que no se de dónde habían aparecido, dejándolo envuelto en un vendaje con varios sellos. Pero aquello se veía débil. Seguramente nuestro enemigo se libraría de ello fácilmente. Decidí entonces, multiplicar mi espada en ocho más, y untar cada punta con en el veneno lunar, de esta forma, no solo le debilité un poco, si no que logré hacer que el extraño efecto curativo de este sujeto se retasara un poco.

Mis demás compañeros se concentraron en atacar al hombre, y de entre los árboles, apareció un chico, de mirada vacía, al que no le di demasiada importancia, pues se notaba que no tenía la intención de ayudarnos. Aunque, lo que si hizo fue cortar el glúteo derecho del sujeto al que nos enfrentábamos, tiempo después me enteré, que era en ese glúteo, donde estaba encerrado el espíritu del séptimo Hokage.  Mientras la batalla entre mis compañeros y el sujeto de cabellos negros continuaba, yo recordé aquel pergamino que encontré en la mansión Hyuga, donde hablaban del sello lunar, aquel sello que solo la reencarnación de la hija de Tsukiyomi podría realizar, pero que, si lo realizaba sin el suficiente chakra, le costaría la vida.

Hablé con mis compañeros, les comenté de aquel sello, de que necesitaba de su ayuda, pues en mi condición actual, mi chakra era insuficiente, pero también les advertí, que, de fallar, no solo mi vida estaría en riesgo, si no también la de cada uno de ellos. Aun siendo conscientes de ello, Kenji y Gruay fueron los primeros en decidir ayudarme y a nosotros se fueron uniendo cada uno de mis compañeros. Había mucho en riesgo, si hacía una sola cosa mal, todos pagaríamos mi error.

Decidí que lo mejor era estar confiada y tranquila, así que, usando todos mis conocimientos sobre el chakra, me fui apoderando de gran parte del chakra y la vitalidad de cada uno de mis compañeros, causando que empezaran a desmayarse. Al sentirme lo suficientemente fuerte, empecé a correr alrededor de nuestro enemigo, mordí mi dedo índice lo suficiente como para que empezara a sangrar y después de realizar las posiciones manos correctas, salté hacia el hombre. Solo debía tocar su cabeza para terminar el sello, lo cual logre. Por fin podríamos descansar de aquella pesadilla. Lo último que recuerdo de aquella noche fue ver la imagen borrosa del séptimo Hokage.  

Cuando volví a abrir los ojos, estaba en futón de mi habitación, con un ninja médico a mi lado. Aquel ninja, me explicó lo que había sucedido después de que el hokage apareciera, que el chico que había aparecido de entre los árboles, se había llevado los cuerpos de nuestros compañeros caídos y de nuestro enemigo a otra dimensión. Cuando pregunté sobre mi hermana mi familia, el ninja médico, con una expresión seria, me dijo que tanto mi hermana como mi abuela, habían muerto en el ataque a Konoha. Entonces sentí mi mundo derrumbarse por completo, ahora estaba totalmente sola.
Semana después los que libramos aquella batalla, fuimos ascendidos a chūnin por el Hokage. Sin embargo, yo no pude disfrutar de aquello por completo.


Han pasado dos años desde aquel fatídico ataque a Konoha, en el que perdí por completo a mi familia. Desde entonces, me dediqué a conocer más sobre el lazo que me unía al Tsukiyomi y gracias a ello, desarrolle más poderes y mejoré demasiado mis habilidades médicas. He tenido más encuentros con el dios lunar, incluso me ha entrenado personalmente en algunas ocasiones. 

Descubrí que le enemigo de hace años, está sellado en el castillo perteneciente a la deidad, y aunque ahora soy una muy buena ninja, aun tengo que encontrar a los culpables de la muerte de mi madre. 

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